Porque son como niños autistas, sin remedio que nunca crecerán.
Enfundados en cuerpos peludos o con plumas o con algo peculiar, que resulta desagradable y repulsivo para algunas personas, definidos como bestias en un estadio de inferioridad.
Juzgados como seres sin alma, sin lenguaje racional y por lo tanto siempre serán extranjeros. Foráneos e incomprendidos.
Que sentirán una soledad implacable, porque su propio origen y mundo es destruido: el reino natural, cuya nobleza y belleza habita en cada uno de ellos.
Paula Karina Yalu
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